Estas dos últimas semanas han sido casi un sueño hecho realidad, piensa Sam Numit mientras observa a Eric Clapton y Bob Dylan hablar en el otro extremo de la plaza y a B.B. King dormir tendido en una hamaca al lado de la enorme roulotte central de producción.
Sam Numit le dirige una mirada singular a su compañero, mitad ternura, mitad admiración: Sonny Boy Johnson, uno más de tantos negros olvidados en Alabama, Georgia, Tennessee...