Entre la abundante obra de Saúl Ibargoyen se ha constatado que su poesía se ha difundido más que su narrativa, sin embargo es un hecho que su inicio en la tarea de escribir empezó a raíz del cuento. Entre sus recuerdos infantiles el autor mencionaba la escritura de unos primeros cuentos a una edad muy temprana, que él mismo ilustraba.
La fugacidad de estos textos, así como el mínimo espacio donde los sitúa si los comparamos con sus extensas novelas proporcionan a quien escuche inolvidables imágenes de un universo muy personal, muy suyo. En especial hace alarde de su dominio del portuñol compartiendo con nosotros esa frontera, su amada frontera donde el portugués y el español cabalgan juntos y en continua transformación. La magia de estos cuentos estriba en el "feliz hallazgo" que nos proporciona la escucha de cada uno de estos relatos.