Pensé que lo tenía claro, que la maternidad era una línea recta, una historia escrita con amor y certeza. Pero entonces llegó la adolescencia. Y con ella, el desconcierto, las preguntas sin respuesta, las emociones desbordadas y la necesidad urgente de soltar lo que creía saber.
Mi mundo con adolescentes no es un libro sobre ellos, es un libro sobre nosotras. Sobre el vértigo de descubrir que la crianza no se trata solo de guiar, sino de aprender a caminar al lado. Que no se trata de controlar, sino de confiar. Que antes de educar, hay que mirar hacia dentro.
Este es el testimonio de una madre que, en el caos de la adolescencia, encontró su propio renacer. Un viaje de autoconocimiento, de transformación, de luces y sombras, de certezas que se derrumban para dar paso a nuevas verdades.
Si alguna vez has sentido que tu hogar se ha convertido en
un territorio desconocido, que las palabras se quedan cortas o que te pierdes en el laberinto de la crianza, este libro es para ti. Porque educar es, antes que nada, un acto de amor. Y el amor, cuando es consciente, es capaz de construir puentes allí donde parecía haber muros.
