La riqueza temática y narrativa de estos relatos no restringe su versatilidad teórica ni conceptual. En la superficie, nada más aceptable y familiar que los relatos de Yamila Bêgné: el ejercicio de control parece haber sido llevado al máximo y conjugado a la perfección con las tramas. "Conjugado" es la palabra que se me ocurre porque instruye acerca de la impresión que da este bello juego y simulacro: un arte de la conjugación y la combinación, acaso como el que le gustaba a Raimundo Lulio.
Pero no es solo así. Los límites del control, libro escrito por la autora en la segunda década del siglo XXI, pertenece a un juego, pero a un juego nada lúgubre, cuya fórmula eficaz es la literatura, pero cuyo campo de exploración resulta la vida misma. Una vida plena, irregular, expansiva. De modo que la conformidad histórica, cronológica, parece en este caso una irregularidad nimia. ¿Cómo se establece la paradoja? Por dos motivos: el uso de la lengua de Yamila Bêgné parece una suma de controles. Y el hecho de que la autora advierta los límites de este control, asusta: estamos en una zona de custodia admirable, reverencial. […]
Yamila Bêgné ha ido tan lejos como es posible en estos nueve relatos: ha mantenido la dificultad de aquello que resulta imposible contar dentro del archipiélago del placer exacerbado que constituye contarlo con las mejores palabras. Mejores palabras que solo la lectura inteligente puede proporcionar y clasificar.