Pepa, Juana María y Carmela encuentran en la amistad
la fuerza que las anima a sacudirse los yugos y trabas que
les impiden florecer como las rosas de seda que bordan,
puntada a puntada, en los mantones de Manila que salen
de sus manos.
Viviendo la artesanía como un arte, libran sus batallas co-
tidianas con determinación y construyen una senda que,
al levantar la vista, les permita comprobar como libertad
e igualdad son realidades concretas que legar a sus hijas.
Y lo hacen sin perder la esencia y los valores que las con-
vierten en genuinas representantes del pueblo y la tierra
que las vio nacer.