Hoy asistimos a un resurgir de lo religioso, a una búsqueda imperiosa
del ser humano de todo lo que sea trascendencia, hondura, o misterio.
Esto nos exige, a los que sentimos la necesidad de anunciar el Evan-
gelio, el estar muy atentos a esas sensibilidades y tener el coraje de
anunciar adecuadamente la fe que hemos recibido para darla.
El libro Dios vive en la ciudad de Antonio Díaz Tortajada ofrece una
profunda reflexión sobre la presencia de Dios en el entorno urbano,
presentando un enfoque que va más allá del espacio sagrado tradicio-
nal.
Ante lo «sagrado» la postura válida es la «adoración», hecha de asom-
bro, de agradecimiento y de confianza. Dios no se escandaliza por
nuestros gritos, los escucha y llora con nosotros. Como Padre-Madre
se compadece de nosotros al mismo tiempo que no nos salva sin no-
sotros. Dios derrama dos lágrimas cuando muere un hombre. Esas
lágrimas caen en el océano y producen tal estruendo que se puede oír
de un horizonte a otro.
Cuando gritamos y lloramos Dios padece con nosotros, aunque nues-
tro grito no vaya explícitamente dirigido a Él.
El amor es la clave para transformar el mal en bien.
El amor es lo que da sentido al dolor y permite asumirlo.
La evangelización de estos «gritos» o «dolencias» del hombre de hoy,
como expresión de una «religiosidad popular», exige una postura lúci-
da; intenta descubrir qué es lo que hay detrás de las diversas «experien-
cias de lo religioso», cuáles son las alegrías y las tristezas, las esperanzas
y las expectativas, las búsquedas y las necesidades que existen en las
distintas tradiciones, cuáles son las «semillas del Verbo de Dios», y qué
acción realiza el Espíritu en el corazón del ser humano.