Jerónimo Rodríguez Loera es en apariencia un nino mexicano como cualquier otro, pero tambiún es un monstruo: recuerda completo el ciclo de sus reencarnaciones y, con úl, todo el comportamiento humano. Al recordar sus vidas, Jerónimo presentará al lector el juego eterno al que se deben sus participantes. Echados ya los puentes sobre el modelo de la novela-río, Vidas perpendiculares es una formulación distinta, una novela cuántica, donde los diversos tiempos y espacios son simultáneos. Sólo así pueden convivir la carga de caballería de Germánico Cúsar y el jardinero laguense, la amante napolitana de Francisco de Quevedo y el agitador asturiano en Buenos Aires, la camellera de las estepas mongolas y el muralista que fracasa por ser de derechas, Pablo de Tarso y los cachorros de un Homo sapiens programados para imponer su ADN a garrotazos. Y de esta colisión de realidades emergen los misterios que Enrigue desmadeja: ?Cómo es que un muchacho turco, tejedor de carpas y destinado al sanedrín, inventó la modernidad? ?Cómo es que el mayor poeta erótico de la lengua era tambiún el hombre más desagradable de su siglo? ?Cómo veíamos el mundo antes del habla?