Un simple virus ha desbaratado a la sociedad mundial como nunca logró hacerlo, en profundidad y extensión, ningún arma premeditada. El coronavirus ha sido una enmienda a la totalidad de un sistema que despreció cuanto era valioso y hasta indispensable para el bien común, en aras del lucro de unos pocos. Era la sanidad pública la que se ocupaba de nuestra salud y había sido diezmada por las políticas neoliberales. Era, es, la gente corriente la que sustenta los países, especialmente en las situaciones más comprometidas.
España sufrirá un doble ataque vírico: del coronavirus y de una oposición depredadora, con gran apoyo mediático y de otros estamentos de poder. Una pesada mochila con la que cargamos desde hace décadas. En España, los emplastos nunca resueltos han emergido todos en su máxima intensidad.
Apenas asumido que nos invade una pandemia, sus víctimas habidas y por llegar, el debate principal es si hay que apostar por la salud o por la actividad económica. Entregarles la bolsa de nuevo o apostar por la vida.
