No ha habido mayor defensor de los valores de la República romana que Marco Tulio Cicerón, el azote de los corruptos y los enemigos del estado romano.
Cuando tras cruzar el Rubicón, Julio César se hizo con el poder, Cicerón, sin miedo alguno a las consecuencias, criticó la tiranía de su mandato, que iba en contra de los valores esenciales de la República.
Cuando César fue asesinado y Marco Antonio consiguió controlar al Senado, comenzó a eliminar a todos aquellos que pudieran estorbar sus planes. Aunque no tuviera armas ni legiones, en las palabras de Cicerón veía Marco Antonio a sus mayores enemigas, porque no podía luchar contra ellas. Haría de su muerte un ejemplo.
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Algunas de las referencias latinas no están bien leídas. Algunos errores en la cita de nombres (se llega a hablar de “Marco Tulio César Cicerón”). La traducción es mejorable. La entonación también. El final de la lectura es bueno.
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